viernes, 29 de febrero de 2008

Whithout sex and the city



Llegar a los cuarenta, y especialmente pasar los cuarenta años de edad, puede ser inquietante. Sobre todo si eres mujer, soltera y no has logrado independizarte, como es mi caso. Tampoco he tenido hijos, ni los pienso tener. Sin embargo, (menos mal que existe el "sin embargo"), siento haber cruzado una frontera interesante. Es obvio que empiezas a hacerte la mamografía anual, la citología, empiezas a padecer presbicia y ya no luces, ni de lejos, como a los veinte. No sueles despertar pensamientos enternecedores, y más bien tienes la impresión de despertar cierto miedo. A los cuarenta ya sabes lo que quieres o no lo sabrás nunca. Y al parecer, eso intimida a los amigos del sexo masculino: tener que lidiar con alguien que sabe lo que quiere significa que muy probablemente te dirá lo que no quiere, lo que no le gusta. Esto puede ser intimidador. Las veintiañeras, por lo general, no andan buscando compromisos. Se supone que una cuarentona, sí. Una cuarentona va en serio, y desesperadamente. (Esto no es en realidad siempre así). La experiencia (los golpes) te van haciendo más selectiva y suspicaz. Aunque, a veces, eso no te cura de volver a tropezar con la misma piedra más de una vez (Esos hombres que nos gustan tanto aunque por diversas razones nos hagan sufrir). A pesar de todo, no creo haberme equivocado. Supongo que estoy donde debo estar, ubícuamente en distintos sitios. Soy de naturaleza inquieta, lo que ha hecho quizá que la palabra estabilidad no haya sido la que más me haya acompañado. He sido poeta, escritora de columnas sobre literatura y arte, periodista-reportera para una revista social, vendedora en un gran almacén, he trabajado en el área editorial y de publicaciones desde hace 20 años, hice danza contemporánea durante una década, he sido profesora en el área de lenguaje y literatura, colaboré con una publicidad, trabajé como investigadora en el Departamento de Estudios Culturales de una fundación. Finalmente supongo que me quedaré con la cátedra que actualmente dicto en la Escuela de Comunicación Social de la Universidad Central, y continuaré cultivando otras inquietudes vinculadas a la literatura y a la cultura. La mía no es lo que se dice una vida estándar, pero creo que la he disfrutado (aunque la he odiado a veces también, debo decirlo). Hay días en que me siento una escritora glamorosa, me alegro de no ser una de esas escritoras que parecen escritoras, de esas que lucen terriblemente intelectuales, inteligentes, y casi nadie recuerda que son mujeres, salvo sus maridos, si los tienen. A mí no, a mí me gusta caminar por la calle y sentir que los hombres y mujeres que me ven me ven como mujer, como persona, no como una enciclopedia ambulante o una sufrida poeta potencialmente suicida. He descubierto, tardíamente, como a veces me ocurre, la serie estadounidense a la que alude el título de estas líneas "Sex and the city", varios amigos de ambos sexos me habían hablado acerca de ella, pero hasta hace dos o tres semanas no la había visto. La última temporada ya terminó pero afortunadamente puedes conseguirla en video. Y la conseguí en video. Esta serie precisamente me ha puesto a reflexionar sobre todas estas cosas sobre las que vengo escribiendo, la protagonizan cuatro amigas solteras y sus vicisitudes con el sexo masculino. Ellas dejaron atrás los veinte hace rato. Carrie (Sarah Jessica Parker), quien lleva la voz cantante en la serie, escribe una columna titulada "Sex and the city", en la que comenta, no sin perspicacia, e incluso ironía, las inquietantes y cotidianas situaciones vinculadas con el sexo de las chicas solteras de New York, que son más o menos las de cualquier chica soltera mayor de treinta años de cualquier parte del planeta. A fin de cuentas, afortunadamente, el no tener un compañero en casa en este terrible siglo XXI no te hace una suerte de freak o algo por el estilo. Si decepciono a mis habituales lectores de poesía, les pido disculpas por esta vez, y la entrada anterior también. Pero además de poeta soy mujer y ciudadana. Y este blog ha sido ecléctico de nacimiento ¿no es así? Finalizaré esta entrada comentando que esta ciudad, a pesar de todo sigue teniendo espacios maravillosos y para todos los gustos. En un par de semanas he asistido a dos inolvidables conciertos de jazz. En el Centro Cultural Corp Group, vi y escuché al talentoso y siempre grato Gerry Weil y sus amigos (Pablo Gil en el saxo, Koch en el contrabajo, y un muchacho encantador en la batería cuyo nombre no recuerdo pero sí su ímpetu, Hana Kobayashi y una flautista japonesa cuyo nombre tampoco recuerdo y Eliecer Yanez en los tambores japoneses). Este concierto fue en el marco de la Semana del Japón. En el auditorio del Museo de Arte Contemporáneo escuché a la Big Band de jazz de una de nuestras orquestas nacionales, fue también un concierto gratísimo. Ambos conciertos fueron entrada libre. Al igual que el concierto más para adolescentes y veinteañeros de "Facto de fe y las flores azules", un grupo de pop-hip hop español que estuvo de visita en Venezuela y se presentó en el Centro Cultural Chacao. Allí mismo pude ver las obras recientes de Jorge Pizzani. Varios lienzos de mediano y gran formato en los que se fusionan las mil y una noches (trazos de reminiscencias árabes) con el origen de la vida. Amnióticos trazos difusos de mucha fuerza. Tienes la impresión de ver la gestación de algo. Son cuadros un tanto inquietantes. Está lo que ves pero hay algo más, es decir, lo que pinta Pizzani está lleno de símbolos. Lo que no me deparó demasiadas sorpresas fue el Salón Pirelli con sus largas explicaciones sobre el relámpago del catatumbo. Me gustó mucho la instalación de Richo, que fue fotografiada por la prensa en su momento, cuando se inauguró el Salón, pero no hay nada más que me haya interesado, emocionado o algo así. Si alguien es paciente y gentil y lee esta entrada hasta el final: deja algún comentario, por favor. ¿También crees que Caracas es salvable y alberga aún espacios gratos o interesantes?¿Qué opinas de "Sex and the city? Yo me he enviciado un poco, no sé cómo pude estar sin "Sex and the city" en mi DVD durante tanto tiempo. Feliz fin de semana.

Beatriz Alicia García

Caracas, 29 de febrero de 2008

lunes, 25 de febrero de 2008

En defensa del patrimonio cultural venezolano


Acabo de enviar esta misiva a El Nacional, correo de Lectores, no sé si la publiquen, por eso dejo en este espacio virtual una copia a los posibles lectores. No puedo creer que el gremio teatral, dancístico y cultural venezolano en general no se haya pronunciado contundente y públicamente ante la pérdida de espacios que son de todos los venezolanos. ¿Cuántas marchas se han hecho por RCTV? Pero pareciera que a los actores, bailarines y artistas en general de Venezuela no les importa que una gestión cultural autoritaria le quite sus espacios y los convierta en quién sabe qué: sede de foros políticos proselitistas o en nada, espacios robados para recordarnos nuestra desidia. No es suficiente estar hablando pistoladas en los cafés, como he visto a más de uno, murmurando por lo bajo. Esto es vergonzoso.

Beatriz Alicia García
25 de febrero de 2008


EN DEFENSA DEL PATRIMONIO CULTURAL VENEZOLANO

Quisiera aclarar, con todo respeto, al actual ministro de la Cultura, Francisco Sesto, que los grupos, las instituciones o proyectos culturales que han sido desalojados, o se les ha pedido desalojo de sus sedes: Danzahoy, Instituto Universitario de Danza, Trayectodanza, grupo Theja, Thejadanza, Macrodanza, Ballet Contemporáneo de Caracas, entre otros, no pertenecen a la empresa privada venezolana, son patrimonio cultural de todos los venezolanos. A la empresa privada pertenecen, por ejemplo, las instalaciones del Centro Cultural Corp Group, el auditorio de la Fundación Polar, el auditorio del Colegio Emil Fridman. Por otra parte, el Complejo Cultural Teresa Carreño, la Casa del Artista, la actual sede del Ateneo de Caracas, no pertenecen a ningún gobierno o tendencia política o gestión cultural, son patrimonio cultural de todos los venezolanos. El Complejo Cultural Teresa Carreño, en particular, como su nombre lo indica, no fue construido para ser foro político de la ciudad, el país o partido político alguno. El primer exabrupto acaecido allí, en la sala Ríos Reyna, fue la toma de posesión del segundo mandato del ex-presidente Carlos Andrés Pérez; pero ni esa sala, ni ese complejo cultural, o cualquier otra edificación que forme parte del patrimonio cultural de los venezolanos, debería convertirse en foro para actos políticos. Lo más lamentable es el éxodo de talento venezolano a diversos países. La verdadera cultura no se impone desde arriba, puede estar acaeciendo en cualquier calle de Venezuela. La verdadera cultura no necesita millardos para existir y ser patrimonio vivo de un país.

Beatriz Alicia García N.
C.I.: 6.823.418