FUNDACIÓN
a la memoria de Don Enrique Bernardo Núñez
Qué belleza la tierra cuando esa montaña
sube un cuerpo blanco en sus aires
y se estima su altura.
Y el azul se ve limpio y es un filo que
de sólo lejano
está bello.
Así ese día cuando el jinete aún
no había calzado sus espuelas
ni de su tienda de aroma de una bebida fuerte
se expandiera, diciendo
-Aléjate sueño, otra vez comenzamos.
Apenas una línea de aurora
y ya los caballeros reconocieron todo el sitio:
Qué templados aires!
Qué colinas!
Qué día con tanta agitación de guerreros
Cansado de guerrear
y viendo que la muerte volvía y resolvía junto suyo
-Fundaremos! -se dijo.
Y evocó a Santiago El JInete.
Arriba de su frente se coronaba el rostro con cenizas de guerra,
cimcuenta círculos del caballero.
Y comenzó a tender su pueblo.
-Alzad la empalizada!
Marcad la tierra!
Y se veían llegar los pájaros del sur.
-Clavad los postes!
Pacían los caballos y las demás bestias,
tranquilos,
pero los hombres
Qué agitados!
-Preparad ya la misa!
Y el barbado jinete apresuraba su caballo.
Comenzó la misa
no había coro ni armonios,
frondas sí
y un aire solemne.
Santiago!
dijo el caballero
-y su caballo vuela.
Marcaba su caballo la tierra
espntando hojas podridas y terrores cada uno de los cascos
Florecía
Qué día este sol
cuando fijaron sus pendones y levantaron su espadas
aquellos que vinieron del mar.
Este poema pertenece al libro "Santiago de León de Caracas" (1967) del poeta venezolano Ramón Palomares.
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