lunes, 21 de enero de 2008

Queremos tanto a Adriano


Qué difícil decir lo que hoy sentimos los que tuvimos la suerte de conocer a Adriano Gónzález León y lo queríamos. Aún hoy se me anuda algo en la garganta. Adriano además de buen escritor, excelente profesor, orador incomparable, era un sentimental incorregible, un emotivo llorón, y eso quizá es lo que nos hace sentir tan tristes tras su partida. Cuánto amor, cuánta pasión ponía en todo aquello que lo motivaba. Pero qué bueno haber tenido el privilegio de haberlo conocido. Dejo aquí como humildísimo homenaje un par de poemas de su libro "De ramas y secretos" que acabo de adquirir en la librería Suma. Hasta siempre Adrianito:


Entrecortado, extraño, el bosque nos protege. Cruza los brazos colmados por las aguas. Recibe las visitas del viento. Cuentas sus historias de crímenes y amores. Hace alarde de las gloriosas aventuras. Posee un tesoro. Todo bosque posee un tesoro. Un solitario, un leñador, una casa ruinosa, una bruja, un extraviado, un camino de migas que destruyen los pájaros. Si llegamos, los árboles se inclinan. Caminamos por una alfombra húmeda, desdeñosa de sol. Tomamos agua en una hoja. Detrás de la cortina de los verdes silencios. Allí debería terminar nuestro cansancio.



Prueba


Para limar las esperanzas

uno alisa los espejos


Alguien descorre un velo inexitente


Se inventan vestidos invisibles

como los cortinajes de las casas abandonadas


Una red de agujeros

que acapara el aire


Así respiramos... anhelantes...

Para que la vida sea un poco de este modo

Como siempre te he dicho

Así...