jueves, 3 de diciembre de 2009

La otra que soy

La otra que soy
ríe y ríe con mis desvelos,
abre la puerta y se va
a respirar aire fresco
(¡qué optimista!).
Sale, en fin, a ver ciudad,
a escuchar bullicio,
a beber vino y bocas,
a ver vitrinas y niños
que sonríen y chillan de la mano
de sus padres.
Sale a embriagarse de luz,
a sentir el calor tropical,
a oler la gama increíblemente
grande de cosas que palpitan
en las aceras: basura, muchachos
guapos, cabelleras recién lavadas,
aceras recién lavadas,
la humareda de los autobuses,
la grama humedecida
por la lluvia,
los sexos humedecidos
por el deseo.

La otra que soy,
hace bien sus diligencias,
va al supermercado, va
a las librerías, a los cafés,
a los tenderetes de películas
quemadas,
sale a ganarse el pan,
como mejor puede.

La otra, en realidad, soy yo,
la que entre muros suspira,
entre silencios se abisma,
entre dolores se encorba,
cuando ella, se descuida.

Caracas, 2009


Beatriz Alicia García

lunes, 30 de noviembre de 2009

Ruego no volver a dejar propaganda como comentario a las personas que lo están haciendo. Es abusivo y evidentemente lo que siempre hago es borrarla.

No te empecines

No te empecines: fija a tu relámpago el oro extremo de sílabas.
No mientas: tu valle profundo es la casa hechizada.
No ilumines nunca lo vacío. No expreses horror.
No tiembles por esa lágrima de plomo
(de lo que no vuelve nunca o no hallas nunca).
La memoria olfatea a tu reina vestida de gala.
Consta de unas cincuenta plumas el gavilán. Cincuenta.
Sin embargo
No devorarás más tiza en Trinidad o Maturín.
No estimules el grito haciendo equilibrio entre el bien
y el mal.
El ligero crepúsculo no es cordero de pascua.
El desgarrón del otoño es tan poco simple como la
tempestad.
Tu asombro es eficaz como el tacto de un ciego.
¡Sopla nieve loca entre los pinos!¡Jadeante pomposa
desconocida vastedad azul!
¡Sopla por la nariz el día y el plato por la sombra del
arcángel donde brinca la nada!
El ave resbala por intermitencias en una mesa con huesos
de pájaro.
El ave que se transforma en espíritu.
La noche es una piedra alta
colocada sobre las estrellas del cielo.
Más próximas sus manos
más cercana toda mía
más cerca el amor más cerca y salvaje que gime tu mirada.
Espera no te empecines empínate talante propio.

Juan Sánchez Peláez