viernes, 13 de junio de 2008

CANTAMOS



Aquí dejo un poema de un amigo español, de Zaragoza, excelente poeta y cuentista.



CANTAMOS

Sostendré esta canción hasta que la verdad

me derrote y me cierre los labios.

"Cantores"

Gabriel Sopeña

Cantamos porque la vida lo precisa.

Porque al mágico influjo de la música

porque al cantar se cauterizan las heridas

y nace entre las manos una espiga

que eleva su estatura hacia el sonido

que fluye interminable, que germina

y se expande como un polen de promesas

por la extensión sin límite del cielo.

Cantamos porque el canto es necesario

Porque en alguna parte, alguien que sufre,

necesita los versos, las notas que tañemos,

los acordes que inventa nuestra lira.


(Pésimo conversador es el silencio,

hay que romper su círculo encantado

y lanzar hacia el viento las palabras

como un cauce perpetuo que no tiembla

ante el rugido atronador de sus sicarios.


Cantamos nuestra dicha y nuestra pena,

el pan que nuestras bocas alimenta

y el vino que nos roba la consciencia.


El canto es una lucha que no ceja,

una herramienta contra las cadenas,

un estandarte imprescindible, una luz plena

que no apagan las noches de derrota

ni el severo fluir de lágrimas doradas.


Mi canto es una bandera de horizontes,

una hoguera de manos enlazadas,

un coro de palomas que despiertan


Sergio Borao Llop





Sergio Borao Llop http://sbllop.blogia.com

lunes, 9 de junio de 2008

SILENCIOS


a Eugenio Montejo, inmemoriam


Una tarde silenciosa

es buena

para despedir a un poeta;

aunque en verdad no tenga

palabras apropiadas.


Nunca me ha pertenecido otro paisaje,

Eugenio, que las veloces autopistas,

que como exiliados en tierra extranjera

entran en mis sueños

en la duermevela.


Pero tus versos

acompañaron mi adolescencia caraqueña

con su terredad,

llenándola de árboles y pájaros,

de paisajes remotos y lejanos en el tiempo

que se me hicieron familiares.


Como quien entra en un cuento de hadas

entre de la mano de Mafer Palacios

en tu poema de la casa:

"En lo profundo del cuerpo de la mujer

se construye la casa,

entre murmullos y silencios"...

Yo que nunca he podido

hacer casa

en tu poema la casa se hacía.


Dioses olvidados

habitaban tus poemas

como Orfeo y su lira,

porque aún en tus versos

la música del idioma

encontraba su tono y su métrica.


En el viejo y humilde taller blanco

de tu padre

se amasaron versos junto al pan,

se templaba

la hondura de tus estrofas.


En este triste silencio

que te convoca,

los dioses sean propicios,

para que tu palabra y la mía

puedan diaogar,

en ese breve instante que es la vida,

en ese breve instante que es la muerte,

en este instante del adiós.



Beatriz Alicia García