lunes, 21 de marzo de 2016

Poemas de Blanca Baldó


                                                        Blanca Baldó en Orinoco, Nuevo Mundo de Diego Rísquez


Este blog, un tanto abandonado, regresa, no en balde, en el Día Internacional de la Poesía, con algunos textos de Blanca Baldó  (Caracas, 1952).  Actriz, productora y poeta venezolana. Participó en algunas películas del director venezolano Diego Rísquez, Orinoco, Nuevo Mundo; Amérika,  tierra incógnita. Ha publicado dos libros de Poesía: Adicta al miedo (Fundarte, 1991) y Teorema del caos (El Perro y La Rana, 2012), del cual comparto algunos textos. De Teorema del caos me gustó su telurismo, la manera en que la voz lírica vincula la naturaleza, las sensaciones y los sentimientos, la plenitud y el vacío, la narración y la poesía. Marca para mí, que con cierta frecuencia asisto a recitales poéticos, una diferencia respecto a lo que se escribe y se hace público en Caracas, mi ciudad. Estoy quizá algo saturada del intimismo, el yo de protagonista impúdico. La poesía de Blanca Baldó me vincula con lo trascendente:


El vacío.
La caída,
     estruendo sin sonido
     (Blanca de nubes de agua)
El país de Kanaima.

Entre dos montañas de selva tropical, la cascada de
agua blanca y dorada convertía en nubes su estruendosa caída.

Sugiere, grita, exige un sacrificio.
El paisaje de Kanaima se extendía a lo lejos,
por ríos y montañas.
Desde lo alto de la cascada, el observaba con las
piernas abiertas como un coloso.

A ratos me arrastraba para contrarrestar el llamado
mortal.

Los partes de guerra nos llegaban en forma de radionovela.

Se sentía el llamado de un Dios.

Kaeiteurfalls, Guyana, 1991

&&&

Años y años
pájaros y cascadas,
lágrimas que te vi en los ojos.

He visto quizá una mirada que no olvido.
Fue tu mirada de amor ante mi pequeñez...
mi duda.

Todo el mundo tiene el derecho de estar aquí.

Ya comencé mi camino hacia la selva,
mi selva primaria,
camino de luz.


&&&


Necesito 
un vientre,
un silencio,
una pausa.

Volver a nacer.


Caracas, 1993


&&&


Pero entonces el desorden.
Uno trata de poner orden y siempre hay un factor
impredecible.
Hablo del caos como el supremo orden.
El factor inesperado modifica todo lo planeado.
Se impone el libre albedrío de la naturaleza.
¿Quién ordena que dos gotas de agua se junten en
la caída de una catarata?



Blanca Baldó, Teorema del caos, 2012