lunes, 7 de enero de 2008

La locura es un acecho




La locura es un acecho
en cualquier ciudad como ésta,
un límite impreciso, tenue,
que nos ronda a todos.
En la locura de cada día
me deslizo como un ángel.
Otra cosa es la neurosis,
o el abismo trepidante,
de las altas horas.
El pánico, amor mío.
Otra cosa son las voces,
que no sabes si son de muertos
o de vivos o son proyecciones
de tu mala conciencia.
Algo distinto es la paranoia,
la violencia mental que termina
atacando a otros, ante la incapacidad
del ataque a uno mismo.
Se amanece, a veces,
como si te hubieras arropado
con la muerte, algo te quita el aire.
Te levantas
preguntándote si la locura
no es la de los otros,
que ven la vida como un don.
Pero luego te deslizas
en la luz cotidiana
que hiere de pronto tus pupilas,
como si cerraras un cuento de terror.
Apartas el mal sueño
como un pétalo oscuro
de una rosa negra equivocada
que te acechase con su rara belleza,
Te olvidas de eso que te fractura
en algún remoto rincón
de ti mismo, cada tanto.
Dejándote desnudo
en la ingrimitud de un oscuro desierto.

CODA
¿En ese lugar estoy más muerta
o más viva?
¿Es esa lucidez una forma de locura
o es la eternidad que me besa cruelmente
con sus recordatorios?









Balance 2007



2007 no ha sido un año fácil para los venezolanos, ni para mí, en particular. Como tampoco lo fueron los precedentes. Aceptarme tan ecléctica y contradictoria, tan "postmoderna" si me aceptan el término, aceptarme en mis aciertos y en mis errores, en mi fortaleza y en mi fragilidad, me dice, que después de todo, tantos años de meditación, de terapias diversas, finalmente parecen dar fruto. ¡Sobreviví al 2007 con fe y con la certeza de que me esperan mejores días! Esto es definitivamente m-a-r-a-v-i-l-l-o-s-o. Ser optimista no ha sido una de mis virtudes. Aunque mi hedonismo típicamente Tauro siempre buscó aquello que podía salvarme, aquellas cosas y personas que podían darme alegría, placeres. Por eso, antes que nada, mi agradecimiento a aquellos amigos y allegados que hicieron del 2007 un año difícil, pero también lleno de alegrías, satisfacciones y placeres. Los amo. Eso es la vida, alegrías y tristezas, triunfos y decepciones, placeres y dolores. No siempre es fácil aceptar que es así. No siempre es fácil aceptar con serenidad el lado oscuro de los otros y de ti mismo. A mí es algo que francamente me sigue costando mucho. Más allá de mis vaivenes personales, que de ellos también escribiré, quisiera también dejar aquí algunos acontecimientos públicos de este 2007 que me parece interesante recordar:

Literatura
Recordaré con especial entusiasmo la presentación de mi antología poética titulada "Lugares olvidados", la cual fue editada por Monte Ávila Editores. Ese mismo día se presentaron dos antologías de dos excelentes poetas venezolanas: Edda Armas y Ana María Oviedo. Muchos años he esperado para ver publicados algunos de esos versos. Llegué a pensar que no lograría verlos publicados en vida. "Lugares olvidados", es, sin embargo, una pequeña selección de mis libros inéditos, que suman más de diez. Los cuales fueron rechazados por diversas editoriales públicas y privadas durante más de veinte años. Pero también es cierto, como lo expresa en el prólogo Antonieta Madrid, que desde 1983, año en que realicé mi primer recital público en la Galería de Arte Nacional, mis versos fueron escuchados en diversos espacios de Caracas: en instituciones culturales, en restaurantes, en antros de rock. Hice recitales del modo usual, pero también hice performances, con la ayuda de algunos amigos. Debo mencionar, especialmente, a Daniel Pradilla y Ennio Escauriza, de Poetas en tránsito. Muchachos, hicieron de la experiencia poética algo distinto, pusieron la poesía en la calle, la devolvieron a la tribu, qué arrecho, que chévere. Eso de escribir para la élite cultural es de un horizonte limitadísimo. Uno respeta, profundamente además, a algunos poetas solemnes de esta ciudad, y del orbe, pero su poesía sólo es de un grupo pequeñísimo de personas, su poesía dejó de pertenecer a la tribu. La nuestra, la de los poetas callejeros, es más plural y democrática, y no es menos poesía. Dos de mis libros si han visto imprenta in extenso Matarilerilerón, editado por El Pez Soluble en 1999 y Acto de fe, mi pequeña joya de trasfondo medieval, editado por La Liebre lIbre de Maracay en el 2000, el cual tuvo representación teatral en el Museo Sacro de Caracas por la actriz Juliana Cuervos en 1997. Volviendo a 2007, La velada en casa de Belkys Arredondo en la cual se presentó "Lugares olvidados" para los amigos también fue realmente inolvidable. Entre todos los que allí estábamos se leyó la antología. Pude escuchar mis versos en múltiples voces. Allí estuvieron escritores de reconocida trayectoria como Antonieta Madrid y Darío Lancini, Edda Armas, pero también la anfitriona, Belkys Arredondo y su esposo Humberto, Mercedes Ascanio y su esposo José, y jóvenes poetas como Cristina Sainz y Graciela Yañez. El 2007 pareciera no haber sido un buen año para la poesía. Aunque también es cierto que no pude asistir a casi ninguno de los pocos eventos poéticos que se hicieron. Reseño con todo respeto el bello collage poético de Astrid Lander presentado en el Celarg y editado por La Diosa Blanca. Allí si pude estar. Desafortunadamente no pude asistir a la presentación de las nuevas plaquettes de El Pez Soluble, entre las cuales hay varias conocidas voces femeninas, entre ellas Eleonora Requena y Mariela Casal. La partida de la poeta Elizabeth Schön nos dejó huérfanos. Fue ella la última persona que leyó "Lugares olvidados" antes de que fuera entregada a la editorial. Fui a visitarla con Rosita Melo, y pasamos una tarde leyendo mis poemas. Me hizo algunas observaciones importantes, con aquel respeto y sabiduría que la caracterizaban. Nada que pueda decir le hará justicia a Elizabeth, era un ser bellísimo. Lo era físicamente, pero sobre todo espiritualmente. Un ser verdaderamente especial.
2007 fue un año terriblemente bueno para la narrativa en Venezuela. Es imposible dar cuenta de todo lo que se publicó. Fue muchísimo. Ni siquiera es posible dar cuenta de todo lo bueno que se publicó en Caracas. Así que comentaré algunos eventos y libros que pueden destacarse. Asistí a dos eventos interesantes: Uno se llevó a cabo en la Universidad Simón Bolívar, y en el se pudieron escuchar varias de las que llamo "las narradoras jubiladas". Varias profesoras universitarias que luego de jubilarse se han dedicado con fervor a la escritura de narrativa ficcional: Ana Teresa Torres, Victoria Di Stefano, Judit Gerendas, Carmen Vincenti. Podríamos agregar a la lista, aunque no habló ese día, a Michaelle Ascencio. Si bien Victoria de Stefano publicó en la ya lejana década del sesenta, bajo el nombre de Victoria Duno, las obras que le han dado renombre, como "Historia de la marcha a pie", fueron publicadas en momentos más cercanos en el tiempo. Ella misma expresó que se había dedicado con más ahinco a la escritura luego de jubilarse. Lo mismo ocurre con Torres. Si bien algunos de sus cuentos están fechados en la década violenta, su dedicación constante a la literatura es de los noventa para acá. En la Universidad Central de Venezuela se pudieron escuchar algunas de las voces más jóvenes de nuestra narrativa, aquellas que fueron antologizadas por Antonio López Ortega en "Las voces ocultas". Qué bueno que ocurran estos eventos, especialmente ahora que en Venezuela casi han desaparecido los órganos de divulgación cultural que otrora dieran cuenta de lo que ocurría en el país. Personalmente lamento muchísimo que la desidia oficial haya hecho desaparecer a la revista Imagen, que desde 1968 había sido una excelente divulgadora del quehacer cultural venezolano. La Imagen que ha dirigido Wisotzki es una triste caricatura en la que no hay un sólo artículo de fondo que uno pueda recordar al cerrarla. Dado que, como ya dije, es mucho y bueno lo publicado en narrativa, señalaré mis tres novelas memorables, ya reseñadas en este blog: "De muerte lenta" de Elisa Lerner, "Rocanegras" de Fedosy Santaella y "Miedo, pudor y deleite" de Federico Vegas. No he podido leer aún la novela de Gisela Kozak "Latido de Caracas" ni las últimas novelas de Ana Teresa Torres. También tengo en mi mesa de noche por leer "Intriga en el car wash" de Salvador Fleján, selección de cuentos que me han recomendado muchísimo. Aunque no fue publicada este año, pero la leí como enviada al premio Rómulo Gallegos, quisiera recomendar "La otra isla" de Francisco Suniaga, escritor margariteño. Tiene una hondura y una veta poética que me parece importante rescatar. También en el marco del Rómulo Gallegos me leí la publicitadísima novela de Alberto Barrera "La enfermedad". ¿Qué podría agregar que ya no se haya dicho de la premiada novela de Alberto? La enfermedad y la muerte son los dos temas más difíciles con los que uno se pueda enfrentar en la vida y en la literatura. Alberto salió realmente airoso en la manera de abordar ambos temas en su novela. Y en realidad "el corazón no es un descuido", parafraseando su primera novela. Conozco a Alberto desde los lejanos días en que coincidimos en los pasillos de la Escuela de Letras de la Universidad Central. Todo lo que he leído de Alberto desde que publicó sus primeros versos en los ochentas me gusta. Junto con Leonardo Padrón es uno de los escritores más afines que conozco con mi propia poética urbana e irreverente. Lo realmente disímil con ellos está en el hecho de que nunca he escrito telenovelas. ¡Lamentablemente! Mis economías estarían mejor. Aunque ambos muestren siempre una cierta vergüenza cuando hablan de sus actividades televisivas. No amigos, en realidad no tienen nada de que avergonzarse. Para cerrar mis comentarios sobre el 2007 voy a hacer dos comentarios de último momento. Por una parte, quisiera mencionar la muerte de Raúl, dueño de la librería Suma, como otra triste pérdida del pasado año. Los que nos movemos en el medio literario sabemos la importancia que tiene para los escritores y los lectores un buen librero. Puede ser hasta más importante que un editor. Un bello libro que nadie lee, o que nadie compra, no existe. Por otra parte, en el atardecer del día de año nuevo me leí la noveleta Olor a rosas invisibles de Laura Restrepo, una pequeña joya narrativa que pertenece a la colección Llámalo amor, si quieres que está coordinando Leonardo Padrón para la el grupo editorial Santillana. Es realmente un sabroso bocado. No te pide estar leyéndola durante semanas, te la lees en un rato. No le sobra ni le falta nada. Te narra un reencuentro amoroso entre dos personas que tras vivir un intenso romance de juventud debieron separarse. Después de empezarlo a leer no lo solté un momento, me metí de cabeza en ese pequeño drama tan humano, que me recordó dos cosas que ya empiezo a introyectar: 1.-Para la mayoría de las personas lo que llamamos amor es una costumbre, que se va pagando en cómodas cuotas, junto al condominio, la electricidad, el colegio de los hijos y demás servicios domésticos, o es una promesa incumplida, que el tiempo te robó, irremediablemente. Una promesa que nunca pasó por el registro Civil ni por la prolongación en el tiempo, que queda allí en los rincones del "no pudo ser", pero que volverías a vivir con la misma entrega, la misma intensidad que lo viviste y 2.- Que el tiempo no borra nada, ni los placeres ni las heridas, y que veinte años si son algo, a diferencia de lo que dice el tango. O lo que es lo mismo: nada te restituye lo perdido y el tiempo no pasa en vano, deja sus huellas en los seres y las cosas.

Artes Visuales y afines

No soy crítico de arte, ni pretendo serlo. Crítico de arte era Juan Carlos Palenzuela, quien también se fue en este año, para luto de las artes nacionales. Pero si tengo más de dos décadas visitando museos y galerías. Y en este blog he procurado compartir con los lectores aquellas exposiciones o eventos interesantes que he visto. Citaré cuatro exposiciones memorables de este 2007, a las que ya me he referido aquí en mi Bitácora. En primer lugar dos exposiciones en la galería Ascaso de Las Mercedes: la del maestro Francisco Hung y la de Andrés Coirán. La inquietante obra de Coirán, artista y promotor cultural de Barquisimeto, tempranamente desaparecido, no se había exhibido con anterioridad aquí en Caracas. La tercera exposición es la retrospectiva de otro maestro, él si aún vivo, Ángel Hurtado, aún en exhibición en los espacios de la Fundación Cultural Corp Group. La cuarta, y última exposición memorable, también en exhibición todavía, es la exposición del fotógrafo colombiano Leo Matiz en la galería de la Fundación La Previsora. No quisiera cerrar este comentario sin expresar dos motivos de ¿decepción quizá? Por una parte, la marcada pobreza de las actividades de los espacios museísticos oficiales. Aunque en este año pude ver una interesante exhibición fotográfica en el museo Alejandro Otero, en la cual había trabajos de la agencia internacional Magnum y de algunos fotógrafos venezolanos. Una interesante exhibición. No hay nada más realmente interesante que haya visto en los museos. Prefiero no comentar la exhibición del trabajo de Tunick. Nadie va a recordarla de aquí a un breve tiempo. Me queda pendiente visitar el Salón Pirelli. Ya comenté aquí lo que pensaba del Salón Jóvenes con Fia, que se exhibió en los espacios de Corp Group: nada memorable. Si algo interesante está ocurriendo con los artistas venezolanos más jóvenes ¡no lo sabemos! No he visto nada que me produzca el interés que suscitaron otrora en mí los trabajos de Magdalena Fernández, Hernández-Diez, Alejandra Meijer-Werner o Mariana Monteagudo, por citar los primeros nombres de mi generación que me vienen a la memoria. Artistas en los que tu veías una búsqueda, un camino. Por último quisiera expresar una reciente sensación de incomodidad con un nuevo espacio de exhibición privado: la galería Freites. Invitada virtualmente por un amigo fui allí a ver una colectiva recientemente inaugurada. Tanto esta galería, como la Ascaso, son espacios de reciente data en el tiempo. Pero son de una asepsia e impersonalidad que incomodan. Si algo ha distinguido para mí los museos de Caracas, de las galerías privadas, es que en las galerías había alguien que estaba allí para atender al público asistente. Alguien que te daba los buenos días, las buenas tardes, te entregaba u ofrecía un catálogo, contestaba tus preguntas, te ponía en contacto con el artista, si era tu interés. Por lo general esta persona era incluso el dueño de la galería. ¿Qué me ocurrió en la Freites? Me recibió una suerte de vigilante que tienen allí. Varias de las obras expuestas ni siquiera tenían el autor de la misma. Ninguna tenía especificada la técnica (acrílico sobre tela, fotografía digital, etc). La mayoría de las obras expuestas son excelentes y pertenecen a reconocidos artistas venezolanos pero tener un amplio espacio para colocar cuadros, esculturas, instalaciones, no convierte a la Freites en una galería de arte. Lo que yo vi estaba muy lejos de ser una galería de arte, señores. Tenían obras de reconocidos artistas como Pancho Quillici, Ángel Hurtado, Gaudí Esté, Sigfredo Chacón, Rolando Peña, Edgar Sánchez en las paredes y espacios del edificio. Pero eso parecía mucho más un depósito que una galería de arte. ¡Por favor transformen ese bello edificio en una verdadera galería de arte! Exponer cuadros y obras de ese modo no favorece ni a los artistas ni al público que visite el lugar.

La música

En este 2007 pude asistir a muy pocos conciertos, por diversas razones que no vienen al caso. Pero por suerte asistí a algunos absolutamente memorables. Primero debo mencionar el Festival A Tempo (11 al 14 de julio de 2007), es imperdonable que no lo haya mencionado en este blog. Este festival organizado todos los años, desde hace más de una década, ha ofrecido en Caracas, gratuitamente, lo mejor de la música académica del mundo. Tradicionalmente ha tenido el apoyo de la embajada de Francia, y ya este año contó con el apoyo de diversas embajadas e instituciones. Realmente felicito a los organizadores del Festival. Su principal promotor ha sido el músico venezolano Diógenes Rivas. Pude conversar con algunos de los músicos, realmente excelentes todos, e incluso les hice firmar el programa. Algunos de los ejecutantes fueron: Christoph Desjardins (violinista francés que inauguró el Festival), el pianista español Raimon Garriga, el trío argentino Euterpe, la Schola Benedicta de Praga, el guitarrista mexicano Pablo Gómez Cano, el pianista y compositor franco-argentino Carlos Roque-Alsina, el ensamble Atempo y el maravilloso Gerry Weil, quien cerró el Festival. Este Festival suele organizarse en torno a un tópico. Este año fue "La alteridad de la expresión". La conferencia de Rodolfo Izaguirre titulada "Sobre la alteridad del lenguaje" fue muy interesante, la disfruté muchísimo. El otro evento memorable, fue el concierto del trío E-ón en la Universidad Metropolitana. Lamentablemente dicho concierto se transformó en un evento memorable e irrepetible, luego del fallecimiento del joven cantante Julio Timaure. En este mismo blog reseñé el concierto en aquel momento. E-ón era un proyecto interesantísimo por su eclecticismo, conjugó desde un canto gregoriano hasta piezas populares latinoamericanas, pasando por el rock. Aclaro que tampoco soy, ni pretendo ser, crítico musical, Eynar Goyo Ponce es un crítico musical, o a mi amigo Juan Carlos Ballesta también le daría gustosa ese ganado título, ambos en su especialidad. Yo sencillamente he procurado comentar en este blog super ecléctico todas esas cosas que forman parte de mi mundo, de mi vida cotidiana: los libros, la música, las artes, las noticias diarias que me conmueven, los poemas y los poetas que me gustan. Un blog es para eso ¿no? Nadie abre un blog para pretender sentar cátedra sobre algo, es un espacio de diálogo, de compartir nuestras pasiones, nuestras experiencias. El lector, por supuesto, está en todo su derecho en estar de acuerdo o no con lo que lee. Y está bien, de eso se trata. Lo digo porque algún lector se molestó en su momento cuando escribí que había disfrutado mucho más las interpretaciones más académicas de Timaure que sus incursiones en lo popular. Lo que pasa es que cuando tu trabajas la voz para el canto lírico esa cosa un poco sucia que tiene la voz del cantante popular no te sale, porque has "educado" tu voz. Esto, por supuesto, no le quitaba nada a la versatilidad y la extraordinaria voz de Timaure. Pero en definitiva no soy músico ni especialista, sólo he cantado en algunos coros amateurs, y hace mucho que no canto. Lo que si he sido es fervorosa escucha de los más diversos géneros que se han escuchado en este valle olvidado de los dioses: he escuchado a Los amigos invisibles, Papashanty, La Misma Gente, algunos de los chamos jovencísimos de la movida merideña, los chamos del Trabuco venezolano, el jazz en diversas vertientes, los conciertos de Miguel Noya, Vinicio Adames, Ángel Rada, Sonda a Barnard, los híbridos españoles (con su flamenco rock, electrónico o pop), y los inolvidables conciertos de piano de Judith Jaimes, Karin Lechner, David Ascanio, el maestro José Vicente Torres, Maurice Hasson, buena parte de los conciertos de la Camerata de Caracas, el maestro Abraham Abreu, el maestro Alirio Díaz, etc., etc. Pero yo en lo que soy especialista es en literatura. Ahora, incluso en mi área no pretendo sentar cátedra, puedo tener determinados puntos de vista, que el que quiera, si lo hace con respeto, puede discutir. ¡Un maravilloso 2008 para mis lectores!