miércoles, 7 de marzo de 2007

Postal marina

Postal marina

“No existimos; sin embargo el mar aplacaría tu graciosa cabellera, y los remolcadores izarían tulipanes llameantes para abrevar en tus labios deshechos por el amor” Juan Sánchez Peláez

Otra vez a la deriva, en este mar ignoto pero tibio. Amanecer azul y despejado. Buenos presentimientos me cobijan, aunque el mar siempre es mar, hay que precaverse de sus intemperancias y acariciarle el lomo azul y brillante con los ojos bien abiertos. La brisa amiga y la buena disposición de las (os) compañeras (os) de ruta van izando las velas, y un alegre salpicar de toninas dice ¡adelante! y yo me dejo llevar por mis marítimos anhelos, por el ritmo suave y acompasado que me envuelve cadenciosamente, para que tu me leas, para que te dejes llevar por esta travesía que ahora emprendo.

Caracas, 7 de marzo de 2007, 5:30 am.

Postal insomne

“La palabra no es el sitio del resplandor, pero insistimos, insistimos, nadie sabe por qué” Rafael Cadenas, Memorial

Postal insomne

Tengo la ilusión de que mi ya algo añeja vocación literaria me salva de algo. Aunque a veces me entran las dudas. Esta intemperie, esta saña con apetito de abismo me requisa, me pone contra la pared, y confundo la escritura con el beso de mis demonios. Es difícil establecer fronteras en medio de esta desnudez cotidiana que soy. A veces estoy aquí adentro, mirándome, mirando al mundo; otras veces no sé dónde estoy, soy esa rutina azorada, esa mujer agarrando calle, esa mujer fregando platos, esa mujer sobreviviente de alguna catástrofe, que no tiene nombre ni alma ni cuerpo siquiera. Hasta que algo duele, algo da placer, algo angustia y entonces sé que estaba ahí, estoy ahí, agazapada, entre la piel y el mundo, entre la piel y esta ciudad que amo y odio; melancólica, guerrera y dulce; abriéndome, como una flor, cerrándome, como un muerto; abriéndome como un labio que desea, cerrándome como un sueño que se apaga; abrazándome a todo con una embriaguez temeraria, encerrada en mí como quien vanamente busca descifrar un enigma.

Caracas, 1 de marzo de 2007, 2:15 am.

(Para Carlos Eduardo, por confiar en que mi silencio literario no era definitivo)