martes, 25 de febrero de 2020

Las grandes preguntas. Poemas de Benito Raúl Losada


                                                              Benito Raúl Losada

       Gracias a la gentileza de la poeta Carmen Cristina Wolf, tengo en mis manos el libro Por la redoma azul (1987) del poeta venezolano Benito Raúl Losada (1923-2017), una cuidada edición empastada, diseñada e ilustrada por Mateo Manaure, impresión de Gráficas Armitano. Destaco esos datos porque no es una edición corriente, además de los profundos textos que lo componen, el libro en sí, su cuidada edición, es un bello objeto, quizá no demasiado conocido. Por eso es una deferencia de Carmen Cristina Wolf, sobrina del poeta, que agradezco.
            El autor de estos versos que comparto fue una destaca figura pública, abogado (1946), con cursos de especialización en Economía (Columbia University, New York) y cursos gerenciales (Northwestern University, Chicago); profesor universitario por más de treinta años. Fue Director de Gabinete del Ministerio de Fomento (1945-1946), Director Ejecutivo de  la Comisión de Administración Pública (1959-1960); Director General del Ministerio de Hacienda (1960-1964); Ministro de Hacienda (1967); Presidente del Banco Central de Venezuela en diversas oportunidades (1968-1971, 1976-1979, 1984-1986). Conjugaba en sí la rara avis de ser hombre pragmático y ser a la par, hombre sensible y humanista. De ello dan cuenta estos textos que comparto, en los cuales reflexiona y escribe sobre el destino humano, el sentido de la vida, se hace las grandes preguntas del hombre, con honesta profundidad indaga sobre ellas. Nos habla de “fortalecer los ojos”, de ver más allá de la apariencia, de su fe como refugio ante las dudas y los dolorosos avatares de la vida.


Beatriz Alicia García

DESIGNIOS PREMONITORIOS

     Con estos viajes que predices
a los cotos enfermos que antevés
o la advertencia de cuidarse
que extrañamente susurras

     Con ese mar encabritado
que tu brasa adivina
para cuando las hojas empiecen a caer
y el retorno atisbado a lo que se esconde
como miel en espera
copa para libarse
en refugio de gracia

     Con lo que profetizas
dejas trémulas llamas
en escozor de erizos
o rupturas de un prudente nivel

     Cumplidos los designios
aumentará el misterio
Quién sabrá si este amor
era predestinado
o el mismo repetido de los siglos
o parte de un relámpago inmóvil

INMÓVIL EN EL TIEMPO

“Un poema ha de ser inmóvil en el tiempo”
                       Archibald Macleish

         De pensar en la muerte
hacemos inmortales
el frío la esperanza el acaso

            Nada perturba el limo de esas paredes
¿la sombra recuperó los poros
del ecuador?
                                     ¿Apareció Arquímedes
desnudo por la calle?
                                      Pasearemos
espectros aprendiendo el oficio
lanzaremos lejos las cerezas podridas
para ver sonreír
las calaveras

            La Gran Piedra
cuenta en la puerta
las ovejas perdidas
no hay recriminaciones
sino un filtro lento
ponderador preciso

            Nada es desecho
a tiempo
                                          todo se enmarcará
en la inmovilidad de su poema

UNA HOJA ENCERRADA

      Trasluz simple
la hoja inclina el cansancio
Nadie amará su coto marchito
su triste consola de viuda

      Qué fibra lenta
                                   qué viento congelado
impiden la muerte de su contorno
a no ser el visitante afín
enjaezado de silencios

      Hija de soledades
                                   clama por tu forma
Savia prisionera
                                   vibra por tu aliento
Lívido abandono
                                   pide por tu esencia

      Perfil inmóvil
sombra devuelta al límite
                                   ruega por el bosque

BRASA TEMIBLE

            El perro cotidiano nos visita
solícitos la estampa y el latido
Inspecciona
                 cocina limpia de ceniza
                  la silla tibia del café
                  el helecho feliz
                  el tapiz del pastor igual de idílico
                  los dientes de la dama en el rocío
            Todo bien
                   pulsación en la escala
                   y la cama tendida
            El perro cotidiano ama el amor
la hipótesis de cielo
no levanta la alfombra del pecho
no hurga
                   los obvios entrepaños
            El perro cotidiano
no ve la brasa de temor
expectante vigilia subcutánea
Si supiera
la distancia del botón rojo
del dedo a la locura
del pastor del café del diente amable
a la ceniza



Benito Raúl Lozada






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