Hay poetas
cuya obra te acompaña a través de los años. Andrée Chedid ha sido una de mis
poetas de cabecera, desde que recibí sus versos de manos de Alfredo Silva
Estrada, poeta y traductor venezolano, durante una visita que hice a su casa, a
comienzos de la década del 90. Silva Estrada había traducido una selección de
textos de Chéedid que se publicaron bajo el nombre de Sobre-vivencia de Soles (1985). Desde mi primera lectura quedé
prendada de sus versos, de sus poemas profundamente humanos, que también
reflexionaban sobre el acto mismo de la escritura. Quisiera iniciar este texto
sobre sus versos compartiendo una de sus poéticas, a manera de presentación y
como punto de partida para acercarnos a su vida y a su obra:
POESÍA II
Lo que es más que la
palabra
pero que la palabra
libera
Lo que es perecedero
pero renace más
adelante
Lo que naufraga
profusamente
pero sin cesar se
construye
Lo que siempre nos
sobrepasa
pero de su pasar somos
semillla
Lo que tiene nombre de
vida
pero que los días
apartan
Lo que es evidencia
pero permanece en
suspenso
Para hablar
de su biografía comenzaré por decir que nació en El Cairo, Egipto, el 20 de
marzo de 1920, dos años después de que terminase la Primera Guerra Mundial. Egipto
era aún protectorado de los ingleses. El nombre de la poeta, el que le dieron
sus padres, fue Andrée Saab. El apellido Chedid, con el que conocemos su obra
no es el de su padre, lo toma de Louis Chedid con quien se casó muy joven, en
1942, ese mismo año había culminado sus estudios de Periodismo en la
Universidad americana de El Cairo. Su esposo estudiaba medicina. Un año después
la pareja se muda al Líbano, donde la poeta y periodista publica su primer
libro, en inglés, On the Trails of My
Fancy. En 1946, se instalaron definitivamente en París, su marido comenzó a
trabajar en el Institut Pasteur y ambos adquirieron la nacionalidad francesa.
Es madre del
cantante Louis Chedid y de la pintora Michèle Chedid-Koltz, su nieto Matthieu
Chedid, también es cantante. Falleció en París el 6 de febrero de 2011.
Fue
galardonada con el Premio Goncourt de poesía en 2003 y con la Legión de Honor
en 2009.
Como puede leerse en Poesía II, en la vida y en la obra de
Chedid se entrecruzan Occidente y Oriente, lo que podría ser contradictorio
finalmente se complementa, “lo que es perecedero”, “renace más adelante”; “Lo
que naufraga profusamente”, “sin cesar se construye”; “Lo que siempre nos
sobrepasa”, “pero de su pasar somos semillla”. Esta es una perspectiva que se aviene a la
filosofía de algunas culturas del Oriente. Por otra parte, podemos decir que hay
en sus versos una apuesta por la vida, por la celebración de la vida, por los
equilibrios que la vida y la naturaleza conforman. Más allá de las
contradicciones o de lo que inicialmente pueda parecernos una pérdida, y por lo
tanto, puede ocasionarnos sufrimiento, dolor; lo que hace profundamente humana
su poesía es precisamente, que si bien no le huye a la duda, a la pérdida, al
sufrimiento, ante toda oscuridad, todo dolor hay una Sobre-vivencia de Soles. La luz, el deseo de vivir renacen.
A cada piedra yo arrojé
El nombre de un sol
&&&
Oh amado mío la muerte corona la vida
Y no sé vernos
Del todo sin la una
Del todo sin la otra
&&&
La hora árida: unas llaves sobre la mesa y ninguna puerta que abrir.
&&&
Mueren nuestros viejos soles
Mueren para renacer mejor!
&&&
Bajo el montón de cenizas
La vida siempre se explora
y se retalla Vida!
&&&
Fresca palabra
entre nuestros andrajos
Entre nuestras sombras
palabra – sol!
Como
decíamos al comienzo de estas líneas, a través de su obra, hay una reflexión
permanente sobre la palabra poética, la escritura poética. La suya es una obra
que se configura en la medida en que se piensa a sí misma, como una conciencia
que se ve hacia adentro y explora sus propios espacios, sus propios laberintos.
El vivir que se representa es el vivir poéticamente, es la vida a través de la
imagen, como único camino posible. La imagen deteniéndose en el latido de las
cosas, el ser de las cosas, desde allí se construye la voz poética,
profundamente humana. Lo que cobra vida en sus versos es, existe, en tanto ha
sido tocado por la poesía.
(…)
Privados de poesía o privados de mundo,
estamos tan sólo vivos a medias.
Si la concordancia es frágil, siempre por conquistar,
este combate, sin epílogo, nos salva.
La Tierra es. La tocamos.
¿La Poesía?...Evidencia, pero que permanece en suspenso
y sólo a nosotros aguarda para ser.
Así, lo poético se nos presenta como
algo que ya está en el ser, que ya está en el mundo, pero que la poesía
entrelaza.
Beatriz Alicia García
Beatriz Alicia García
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