INSTRUCCIONES
PARA SOBREVIVIR A LAS ADVERSIDADES DEL MAÑANA:
Es un gato
que canta a medianoche,
un hombre
dando vueltas en una silla giratoria,
una
cigarrera en el bolsillo.
Ese ir y
venir sobre mí, o lo que se espera de eso,
y sólo
coincidimos en un mero decir de las cosas.
Que si bien
se dejaron tomar justicieramente por las cosas,
se reservan
el derecho de acogernos
como
inexpresivo augurio, que a poco se vuelve más urgente,
a medida que
los cigarrillos, dentro y fuera de la casa,
son cada vez
más difíciles de encender.
Es preciso
pensar en otra cosa
ahora que
todos se despiden
y se van así
sin estrenar el día,
como esas
cerillas que entran y salen a su antojo,
al alcance,
por si a alguno de nosotros
se le ocurre
entablar una conversación
con el ceño
fruncido,
mientras hay
quienes se escabullen en el humo
y luego se
van, así no más,
en vista de
que la ciudad ahora se acuesta más temprano,
apenas
habiendo comenzado
por el solo
hecho de llevarla en el bolsillo.
Siempre habrá
un cuerpo en el que coincidiremos,
probablemente,
al abandonar todo lo que corresponde a la casa.
Y que por
entregarnos enteramente a ella
dejemos de
hacer tantas cosas.
Quizás irnos
a un café a las 3:00 de la mañana,
fumarnos
esos cigarrillos como si no lo hubiera.
Que por una
vez no se posponga y continúe
aún cuando
estemos lejos de ella.
No se trata
de asomarnos a la calle,
esperar el
día que no llega,
y aún así
rige la
voluntad que precede al hombre,
donde las
esperanzas se repiten sin esfuerzo
en el
espectáculo sórdido
de que la
casa se muestre a ella misma
asombrosamente
ocupada.
Cuando no
más de un cigarrillo se requiere
para
abastecernos a todos.
Otoniel
Medina Torrealba
(De Los roces domésticos. Caracas: editorial
Eclepsidra, 2014)
Este joven
poeta venezolano se ha desempeñado asistente de producción musical para War and Doll
Productions y como asistente de escenografía para Luisela Díaz.
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